El capitán Cook, que inicialmente había decidido no avanzar más, dio su mosquete a un asistente y fue hacia él, quién aunque vio como el capitán entregaba su arma para acercarse, no tuvo el coraje suficiente para esperarlo, retirándose al agua, aunque, finalmente, se atrevió a volver y ambos se saludaron chocando sus narices, y unas baratijas pusieron a nuestro amigo de buen humor. Esta vez fue Tupaia quién tomó la iniciativa dirigiéndose a ellos de nuevo en tahitiano.