Otro método, intermedio entre el afieltrado y la tejeduría, consistía en cortar tiras de corteza -sobre todo de higuera o morera- que, una vez remojadas, se colocaban en tres capas -la central a contraveta- y se golpeaban con un mazo; una vez unidas las hebras se les aplicaba una capa de aceite. Durante toda la década de 1940 las dificultades económicas fueron una constante y constituyeron un lastre para mejorar el rendimiento deportivo del equipo.